Disclaimer

El plagio de lo aquí escrito está prohibido expresamente por respeto a las autoras.

Los hechos, personajes y situaciones que se presentan en esta historia son producto de la imaginación de sus autoras, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


''STEREOSEXUAL''


Disfruten.

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Friday, January 1, 2010

XII- Recuerdos y Confesión

Cada día más que pasaba, una pequeña relación entre linda y yo sé forjaba. Para mí era solo carnal, puesto que pasaba mucho tiempo en la cama con ella y a pesar de ser bisexual, Linda no me parecía atractiva como mujer.

Aún no podía sacarme de la cabeza a aquella hermosa rubia con coletas que una vez fue mi vecina
Si algo extrañaba de Rovaniemi, era ella, con su cara tan perfecta y cuerpo moldeado como el de una musa.

Un día me puse a pensar.
Mis pensamientos vagaban entre aquellos días ya lejanos para mí. En la escuela, en mi madre, en mi padre y en mi odiosa hermanita.
Me era difícil poder imaginar todos los rostros y sus miradas. ¿Necesité tan poco tiempo para olvidarme de ellos? Después de todo, estando en Rovaniemi, yo siempre quise dejarlos atrás y salir de aquella bomba de tiempo que comenzó con los fracasos matrimoniales y mi 'extraño' comportamiento.

Sentimientos de todo tipo tocaron mi puerta y una explosión de imágenes, colores, olores y rostros llegaron a una conclusión: Ville..
Tenia que admitir que aunque Adrian fuera muy diferente a él; con una potencia sexual mas fuerte y de una imaginación relativamente amplia, no podía compararlo con Ville.

A pesar de ser solo un mocoso más de un pequeño pueblo, Ville sabía lo que me gustaba, fue mi mejor amigo y ahora el hombre a quien veía en los demás…

Abrí los ojos y con un gesto de repulsión, traté de borrar eso que tenía en mente.
¿Amor? ¡Bah!

Yo tenía la incapacidad de enamorarme. Siempre lo supe y por eso mismo, yo seguía haciendo lo mismo que hago.

Me puse de pie y caminé por los pasillos de aquella casa con paredes mullidas, sin mucho interés.
Lo cierto es que a pesar de la buena vida, de la cual solo yo gozaba, estar ahí no era de lo más entretenido que digamos. Se había convertido en una rutina que la cuál ya me había acostumbrado a seguir.

Dejando a un lado mis pensamientos - si es que recuerdan - yo estaba vagando por ahí. Justo ahora era algo así como el descanso, así que me permití caminar por los jardines un rato.

- Si Haley como te digo, es inevitable, me he enamorado de Adrian.- la aguda voz de Linda (que en realidad sonaba como un suspiro desatento) llegó a mis oídos junto con la fuerte declaración que ella le confiaba a esa que estaba con ella.

Enamorada de Adrian, ¿esto que significaría más adelante? ¿Se pondrían más interesantes las cosas?
¿O solo empeorarían con el tiempo?

Me detuve delante de la puerta y pegué mi oído a ella para escuchar mejor

- Pero hay un problema. Eleonora.- Su voz se quebró en un grito de histeria. - Como ella le mira, le toca...
¡No sabes cuánto me gustaría matarla a puñaladas!.-

¿Yo y Adrian? No lo creo, sexo quizás pero amor jamás.
Una cosa era más que clara para mi; yo no le tenía miedo a esa perra loca, ni nunca le tuve.

Despegué mi oído de la puerta y seguí mi camino al jardín con un andar victorioso, limitándome a pensar la cara que pondría Adrian cuando se enterará de esto.

Saturday, September 12, 2009

XI - Obsesión

 El tiempo pronto avanzaría. Los días se convertirían en semanas y las semanas en meses. En mí, ya no quedaba rastro alguno de la chica del retirado pueblo de Rovaniemi. Mi cuerpo se había corrompido por la lujuria a un nivel aún más superior y mis adicciones me cegaban, llevandome a la obsesión.

Entre mis piernas, Adrian permanecía quieto. Subía su lengua filosa lentamente por mi cuerpo, hasta llegar a mi abdomen. Su nariz aspiraba la droga, y rendido al terminar la última sinfónia que tocaba la radio, se echó a descansar a mi lado.

Mi respiración estaba agitada, pues aunque esta no fuese de las primeras veces, siempre me sorprendería. Adrian decía que solo debía acostumbrarme, pero tomaría su tiempo.

Llevaba todo este tiempo idolatrando a Adrian como la falsa deidad que era. Pero a pesar de las precauciones que se me habían cruzado por mi mente, yo le era fiel a el.

Con Adrian rendido, solo quedaba uno más. Jugueteando con mis senos, Linda emergió de entre las sábanas con una sonrisa pícara en su rostro. Linda era un más del montón; una chica pelirroja con ojos marrón. Era plana como una tabla, pero al momento de la acción, era una diosa.

- Vamos Adrian.. no seas todo un santurrón.- ambas reímos, mientras haciamos lo nuestro frente a sus ojos. Pero el nos ignoraba. El fuerte olor de la marihuana y los sutiles rayos de luz que entraban a la habitación nos rodeaban. Vi como Adrian caminaba desnudo por la desordenada habitación, en busca de sus pantalones, pero sin dejar a un lado el cigarrillo.

- Ya es tarde para mí.- descartaba toda una pila de ropa sucia, hasta que encontró unos jeans que immediato se puso. Localizó una botella de vodka que había quedado de la noche anterior, y se marchó del lugar.

Sus pasos hacían que el suelo temblara, que la madera rechinara y que me hipnotizara. Ilúsa, observe fijamente la puerta. Sentía los besos de Linda sobre mí y el calor de su tacto, pero no me importaba su presencia. Una ráfaga de aire frío entró de la ventana, y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

- ¿Eleonora?.- llamó la chica, que aburrida, comenzó a jugar con un encendedor que Adrian tenia por ahí.

Voltee rápidamente, y traté de no ser muy obvia. - Dime.-
Pero Linda no respondía, solo me miraba con un brillo tétrico. Sus dedos pasaban sobre la llama del encendedor, pero no se quemaba.

- No me digas que estas enamorada de Adrian.- finalmente dijo.

- No. No lo estoy. Solo es mi jefe, solo eso.-
No creía estarlo. Pues, solo era interés y curiosidad. Lo nuestro solo era una relación carnal, pero no sentimental. Además, cuando una es como yo, una aprende a no tener sentimientos. Ó eso decía el código.

Dicho esto, Linda se quemó con la llama del encendedor. Era obvio el dolor, pues leía las líneas de expresión que se marcaban en ella. Le arrebaté el encendedor y lo tiré a donde cayerá.

- Eres una loca.-
Tomé su mano, y la acerqué a mi pecho.

- Lo sé.-
Linda sacó de la nada unas esposas, y nuevamente, nos perdímos en las sábanas.

Wednesday, August 12, 2009

X - Una semana

Me encontraba en medio de una sala decorada con muy mal gusto, pues pieles de animales la decoraban y muebles en exceso.

- No me gusta para nada esta casa!!- Dije, pensando en como llegaría a estar la casa de la pobre decoradora de esta sala.

Entonces una chica entró. También vestida con un gusto terrible y muy poca ropa para el exceso de carne que le sobraba a su cuerpo, no pude acallar una gran carcajada.

- Hay pobre, que gustos tienes.- dije. - Si así es con tu ropa, no quiero imaginar con que hombres ...-
La chica tenía los labios marcados en rojo carmín. Me miró indiferente y abrió la boca.

- Ey Tú, Adrián te espera en su habitación.-  Entonces la chica se acerca a mi oreja - Sube las escaleras, la segunda puerta a la derecha.-

Con cara asqueada, me aleje de ella, dispuesta a irme, cuando muchas chicas iguales a la anterior me aprisionaron.

- ¿Qué tenemos aquí? Una chica nueva.- una rubia de ojos verdes daba vueltas a mi alrededor. Tenía senos grandes, y era interesante en algún aspecto. - ¿Cómo te llamas?.- finalizó.

- Eleonora.- respondí a secas, aún mirandole fijamente. La situación era incómoda, pues me veía imprisionada por hienas vulgares. Murmuraban entre sí, criticando cada centímetro de mi cuerpo.

- Te diré algo cariño, si no vistieras así, te aseguro que te tendría atada a mi cama esta noche. Un consejo, aprende a vestir.- aún no había desprendido mis ojos de la chica de ojos verdes. Esta respondió con la explosión de su goma de mascar en su boca. Me alejé unos pasos de ellas, cuando..

- Mira, solo ten cuidado. No sabes de lo que es capaz ese hombre, mira este libro... tiene imagenes.. extrañas.-

Me voltee, y macerque a tomar el libro, era de Kamasutra... se notaba a leguas que estas chicas eran de los barrios mas bajos de Helsinki. Si no sabían lo que era el Kamasutra...Y mas el referirse al el como cosas extrañas! que risa me causaban.

- Porfavor, Eleonora Harpy tiene clase, y sabe como manejar esto.-

Deje el libro sobre el escritorio, y he de admitir que con un nudo en la garganta subí hacia el rellano superior
y toqué  la puerta pero nadie habló. Así que entre bajo mi propio riesgo mientras trague grueso, cuando una mano me tomó por el brazo aventándome a la gran cama con vestimentas de seda, provocando que mi falda subiera hasta mi cadera.

- Que provocativa te ves así Eleonora, no sabes como me pones- La voz de Adrián me llego en un susurro desde un oscuro rincón de la habitación. Pero este se camuflajeó en alguien más: Ville.

Sin darme tiempo a decir media replica ya estaba sobre mi besándome, acariciándome, desvistiéndome

Hice y me deje hacer lo que el quisiera. Los gemidos y jadeos inundaron rápido la habitación. Sudabamos a chorros y mi vista estaba empañaba por tanta excitación contenida en mi cuerpo. Adrián era todo un animal como lo habían describido aquellas chicas, pero no tenía miedo en lo absoluto. Probó conmigo toda posición existente...dejandome exhausta sobre la cama y enrollada en sus sabanas de seda color verde....

Mi semana fue algo parecida a ese día..
Salía de día a pasear por la ciudad , y era famosa entre muchos... el alcalde quien ya me había hecho pasar a su despacho (donde empañamos algunos vidrios con besos apasionados) gastaba en mi sus ahorros.
O la mayoría de los taxistas que habían manchando sus carros ..
O también estaba el gerente del banco, quien me llevó a una cena afrodisíaca que terminó en un pequeño Hotel de 5 estrellas.

- Mi querida Eleonora, bienvenida al grupo...- Me encontre nuevamente con Adrian, tendida en su cama.
Sus palabras llegaron a mis oídos como martillazos.

Tanta acción en tan solo una semana. ¿Sería este mi verdadero destino?

Saturday, July 25, 2009

IX - Helsinki

Tomé el viejo atajo en camino a la carretera; donde el bosque abundaba cerca del círculo polar artíco. Comenzaba a anochecer, y al llegar a donde la carretera, me vi sorprendida a lo vacía que se encontraba la carretera.

Me senté en la orilla de esta por varios minutos. Comenzaba a decepcionarme, cuando un automovil encendíó las luces. Salté sobre mis pies y me quité el suéter y lo agité con fuerza.
El auto detuvo su marcha a pocos metros de mi.

Un hombre de cabello largo y rubio era el que manejaba. Se quitó las gafas oscuras al nivel de su nariz y me inspeccionó con su mirada.

- ¿No eres policía, cierto?.-

- No, no lo soy.- reí. Sentía mi corazón later a mil después de brincar como tonta en medio de la carretera.

- ¿Ni trabajas para el gobierno?.- para entonces, negué con la cabeza. - ¿Entonces que quieres?.-

- Quería saber si... me puede llevar a la capital.-

Volvió a examinar mi cuerpo, y se colocó las gafas, ocultandole los ojos.

- Solo ten en cuenta, que mi motor es bastante potente.- el sujeto le dió vuelta a la llave y aceleró sin ponerlo en marcha. Tenía razón, su motor si que era potente.

Yo solo quería irme de ahí lo antes posible; temblaba de frio y temía que mi madre llamara a la policía a buscarme.

- Lo más potente mejor.- juguetié con un mechón de mi cabello y le sonreí al sujeto. Este sonrió y sin que me diera el permiso de entrar a su auto, entré y me senté en el asiento del copiloto.

- Soy Eleonora Harpy.- le ofrecí la mano y con asombro, el misterioso sujeto la aceptó extrañado.

- Adrian Vuorinen.- y pusó el auto en marcha.

Justo al entrar, un gran olor llegó a mis narices. Una mezcla de putrefacción y perfume. Bastante perfume. Dudé en la persona que me llevaría a la capital. Pero lo ignoré.

Adrian era una persona interesante. Unos años mas viejo que yo, pero no los suficientes como para superar a Álvaro. Tenía cabello largo, rubio y fino. De platica fluida e interesante. Charlamos por horas, hasta que cerré los ojos tras recorrer varios kilometros.

Pasaron cinco días en carretera. Me sorprendía que Adrian estuviera dispuesto a llevarme todo el camino a Helsinki. Y lo más curioso, era que no me tocó en todo el camino.

Desperté, con mi rostro pegado al vidrio de la ventana. Adrian llenaba el tanque de gasolina, y mirando a mi alrededor, bajé la ventana.

-¿Donde estamos?.-

- Helsinki. Hace unos minutos que entramos a la ciudad. Pensaba en depertarte... pero creí que no era justo.-

Finalmente, tras cinco - casi seis - días, había llegado. me sentía realizada, pero sin saber que hacer, y a donde ir. Abrí la puerta para salir, cuando Adrian me detuvo.

Se inclinó al nivel de mi rostro y comenzó a hablar.

- Eleonora, eres una chica muy linda.- Adrian acarició mi rostro con sus dedos. - Lo que tu no sabes, es que yo soy alguien muy poderoso en todo Finlandia.-

Me veía interesada. Aún no sabía a que iba todo esto pero era algo temprano para rechazarlo.
Comenzó a hablar sobre a lo que se dedicaba. Y me quedé muda. Por lo menos tendría protección, dinero y placer. Pero esto no era lo que yo quería.

Dije que lo pensaría, y me fui con mis pertenencias sin rumbo fijo.
Helsinki era hermoso. Veía la palabra progreso a cada esquina. El triple de autos, y ocho veces más cabezas rubias por las calles. me sentía como un bicho raro en tal lugar. Encontré un lugar para pensar, muy sucio por cierto.

Por primera vez en mi vida, disfrute del silencio sano. Pude pensar sobre mí; mi pasado, presente y futuro.

¿Qué hice para llegar a donde estoy?
Mis memorias me remontaron años atrás, nuevamente.

Días después de el incidente de Osiris, mamá nos llevó a la iglesia como cada Domingo. Ember estaba mas inquieta que de costumbre. Normalmente cerraba los ojos y se ponia a rezar, con las rodillas en el suelo y las manos entrelazadas entre si. Pero hoy hacía eso, mientras lloraba un rezo.

- ¡Laura! ¿Qué eres idiota?.-
Le di un buen zape a Laura, quien jugaba con una pelota. Mi hermana comenzaba a llorar, cuando vi a mamá, secando sus lágrimas para callarme con un leve golpe.

- Calladas las dos.-
Volvió a lo suyo. Lauro rió como boba y siguió botando la pelota. Volvi a nombrar a mi hermana, pero ella siguió con la maldita pelota. Pero esta se le escapó de las manos. Laura corrió a ella, y yo corrí detrás de ambas.

La calle normalmente estaba infestada de autos a altas velocidades. Y con mi vestido decorado con flores color rosadas, y más de una persona tratando de alcanzarme, cruzé la calle.

Pensé que Laura también estaba conmigo, pero resulto ser que fue alcanzada por un hombre con barba. Tomé la pelota y justo cuando alzé la mirada, vi lo próximo que estaba de mi un auto violeta.

Escuchaba a Mamá llorar con furia, llamando por mi nombre. Todos se habían dado por vencidos y creyerón que moriría aplastada frente a la iglesia.

Vi el rostro del conductor - conductora, más bien - su mirada pasaba de distraida, a alarmada.
Pero, ¿esa que conducía no era Osiris?

Me dispuse a morir, cuando el auto frenó. Todos se alegraron, pero yo me enfurecí. ¿Tanto era el susto, para no matarme? Estaba en shock, cuando Osiris bajó de su auto, y me preguntó si estaba bien. Todos se acercaron asombrados a curiosear como los insensibles que eran, incluso el sacerdote.

- ¡Eleonora! Dios bendito, estas viva.- Ember me besó angustiada, jalando a mi hermana a en medio de la calle.

- ¡Eleonora! Que lindo nombre..- todos miraron al individuo que casi acaba con mi vida.
Mamá se paró de puntitas, y reconoció a Osiris en carne y huesos.

- Tú. - lo apuntó con su dedo índice. - ¡Tú casi matas a tu madre el otro día, y hoy casi muere MI hija por TÚ culpa!.-

Todos los curiosos exclamaron al mismo tiempo un célebre: ohhh.

Osiris se quitó los guantes de cuero marrón, y como mi madre, la señaló con su dedo índice.

- Tú eres una mujer frustrada que.. hace cosas de... mujeres frustradas. Ehm, dime algo, ¿Federico no te lo ha dicho?.-

Mamá parecía un ogro verde. Y los presentes aún decían en conjunto aquel sonido.

- No. ¿Qué me tendría que decir?.-

Ember se movió como un pavo, proyectando orgullo. ¿Pero por qué todos estaban más interesados en estos, y no en mí? Cruzé mis brazos y me uní a los demás.

- Pues que son tres en tu cama, ¿talvéz?.-

Ember se pusó pálida, y ensordeció nuestros oídos con sus manos. Aún así, escuchaba los murmuros de la gente.

- .. ¡Hi-hijo de Satán! ¡Arderás en el infierno, y el mal se desatará en tí!.-

Y por Gracia de Jesucristo, el Sacerdote por fín intervino.

- Todos somos hijos de Dios..-

- ¡Por tu puta madre! ¡¿no ves que esta basura es un trasvestido!?.-

Todos volvieron a hacer el sonidito extraño, y Osiris apuntó a mi madre su dedo medio, y se fue a toda marcha en su pequeño auto violeta.

Estaba en Helsinki, acorralada en un callejón, mojada por la lluvia. Me pusé a pensar en Osiris. Y recordé cuando lo seguí a un parecido auto violeta como el que casi me hace puré.

Por suerte, ese auto era el de Osiris. Volvió a repetir ese ''¡Eleonora! que lindo nombre'' y me explico todo sobre esa tal Becky.

Recordé el asombro de mi parte al ver que era cierto. Creo que lo que encontré me pervirtió un poco, pero no más que como lo hizo Osiris. ¡Pero no mal piensen! Solo me llevó a otro mundo desconocido para mi.

- ¿Está viva?.-
- Yo que sé, robale todo lo que tenga.-
- Mira, un stéreo.-
- Llévatelo.-

Desperté, y vi a dos hombres apestosos tomando mis cosas.

- ¡Alto ahí!.- tomé mi tacón derecho y golpee a un tipo en la cabeza.

Ambos sujetos dejaron caer todo y se escaparon por otro lado. Respiré y analizé la situación. Tomé mis cosas, y caminé por la ciudad.

llegué a la dirección en la qué Adrian me había señalado. Y finalmente, toqué su puerta color verde gastado. Un perro ladró, y me encontré con Adrian abriendo la puerta.

- Eleonora.-

- Adrian.. estoy dentro.-

VIII - Santos

Días mas días menos en mi habitación. Decidí que no lo haría más, así que le haría la vida a cuadritos a Ember. Estaba con sus santos como todas las tardes y pase por su lado derrumbando cuanta cosa hubiera a mi paso. No me importó en lo mas mínimo que mi madre comenzara a sollozar.

Le mire a los ojos con malicia en ellos
- ¿Como puedes adorar a estas cosas? ¿De que te sirven ahora cuando te ha dejado tu marido y tu vida se desmorona?.-

Ember mi miró atónita.
- No me hables así Eleonora!.-

Mi madre comenzaba a hacer una rabieta frente a mi. Sus ojos, cristalinos y almendrados, comenzaban a marcar aquellas venas color violeta.

- ¡Te hablare como quiera! Ya no tienes la potestad de decirme qué haré ó qué no.-

Puse mi pie sobre la cabeza de San Patricio y la aplasté causando un estallido de las muchas partes de cerámica que se disparaban por el piso de la sala.

- ¡Eleonora! te has vuelto loca, tu lo que necesitas es terapia. ¡Laura!.-
Mi madre miraba el suelo con la boca abierta del asombro, caminaba por encima de los restos de sus santos.

- ¿Para qué llamas a la gorda deforme?.- comenzé a reir.

Mi hermana entro a la sala con su violín en las manos. Algo cansada, dejó el violín por ahí, y se acercó a Ember, evitando pisar la cerámica.

- ¿Que pasa madre?.-
- ¿Podrías por favor recoger mis santos?.-
-Ehm.. claro.-

Antes de que Laura se acercara siquiera un poco a los santos, aplasté con mis pies a todos los que tenía a mi alcance.

Con una tenebrosa risa, salí de la habitación, dirigiendome a a la mía.

- Esta es la última vez que me verán.-

Recogí las cosas más esenciales - incluyendo mi viejo stéreo - y lo metí todo en una mochila para después lanzarla por la ventana hacia el nevado jardín.

Bajé las escaleras con las manos en los bolsillos de mi suéter, con la mirada aún emitiendo cierta malicia.

- ¿A Donde crees que vas?

- ¿yo? a comprar leche, como tu tienes taaantos problemas, haz dejado que se acabe.-

Salí de la casa mientras tomaba mi mochila que yacía en la nieve. Me la guindé en los hombros y emprendí mi camino por la calle. Caminé unas casas mas lejos, cuando por última vez, miré atrás. Donde mi casa y la de la vecina. Desde su ventana mi vecina me veía. Ella sería lo único que podría extrañar de aquel feo lugar. Pero ahora solo había uno a donde podía ir y ser bien recibida

Iría a la capital: Helsinki. Donde había ocho veces más población que donde Rovaniemi y las luces de la ciudad resplandecían en las noches. Solo los santos de mi madre sabrían que me sucedería después.

Friday, July 17, 2009

VII - Tango

El Remordimiento. Comenzé a sentirlo por primera vez durante un año. Nunca pensé que esto fuera así de fatal. Sentí remordimiento después de que el ímbecil de Álvaro y después de echar a Ville de mi habitación. Les diré porque.

Tres días después.

- ¿Hola?.-
- ¿Eleonora?.-
- Habla ella.-
- ¿Es cierto lo que dicen? que... te acostaste con el director...-
- .... ¿Quién te dijo eso?.-
- Ville..-

Colgué el teléfono. Mi cabello grasoso y oloroso ocultaba mi rostro maniáco, llevaba tres días sin una ducha, como podrían adivinar. En ese momento, mi teoria en la que todos los hombres eran unos idiotas, iba mucho más en serio que nunca. Tres sutiles toques en la puerta escuché, me puse de pie, y abrí.

- Dios mio, que olor.- Ember apenas y me vio y aromatizó la habitación con olor a ''Flores del Bosque Marchitas''.

- ¡Mamá! quieres que me mate aquí ahogada, ¿o qué?.-

- Preferiría eso, a que fueras trisexual.. o como sea que se llame. Escucha, tu padre acaba de llegar con Laura de la escuela, porque la dejamos ahí tres días.. pero el punto, es que quiere hablarte. Aseate.- me apuntó temerosa con el aromatizante y me roció de pies a cabeza.

- Deja eso mujer.- mi padre entró, justo entonces, mi madre salió.

Comenzé a jugar con mis manos, mientras sentada a orillas de la ventana, evitaba a mi padre.

- Que decepción.- mi padre comenzó - Primero nuestra separación y ahora tu con tus tontadas. ¿No ves que eso no es normal? Peor hubiera sido si fueras... g-g-gay.-

Solté mis manos, y nuestros ojos se juntaron en una extraña conexión de padre e hija. Sentí electricidad en mi cuerpo, me puse de pie, cuando comenzé a escuchar violines en el fondo.

- No es normal en tí, pero sí en la naturaleza. La naturaleza todo lo altera a su gusto, incluyendonos.-

Comenzé a dar vueltas alrededor de mi padre, como si bailaramos un tango. Recordé aquella noche cuando apenas tenía ocho de edad. Era una fiesta familiar, Laura era algo más delgada, y mis padres eran felices.

- Vamos Eleonora, ven a bailar conmigo.- Papá me sacó a la pista de baile, y ambos pretendíamos que sabíamos como se bailaba un buen tango. Nuestros familiares aplaudían, pero a la vez reían de lo torpes que eran mis pies. Caminabamos como pingüinos en el hielo, cuando alguien llegaba a la fiesta. Todos dejaron de bailar, hasta mi padre.

- Escuché que había fiesta, ¿puedo.. unirme?.- una mujer con gruesos labios rosados, cabello rubio y maquillaje exagerado,habló, casusando tensión en el lugar. Era tanta la tensión, que la música fue callada por un momento, causando ese efecto de película.

Mi padre me soltó, y se acercó a donde la chica misteriosa.
- Osiris. Aléjate.- pero Osiris no se alejaba. Sus ojos maquillados de manera dramática, se veían decididos en quedarse.

- Vamos, no hagas llorar a tus padres, sabes muy bien que tu madre tiene un corazón bastante frágil, así que no juegues y vete.-

Voltee a los lados, y ví a la tía Mana más pálida y enferma que cuando llegaba del Doctor que la curaría del cáncer.

- Hola Mamá.- Osiris la saludó y esta comenzó a llorar.

- ¡Desgraciado! que no ves que no eres normal. Mi hermana está bastante enferma para soportarte.-

Caminé curiosa, en mi vestido amarillo, a su lado. Sentí miedo de mi padre, con aquellos ojos gigantes, escupiendo cualquier insulto a aquélla mujer. Mi boca tenía forma de una gran O, cuando mi padre notó mi presencia junto a él.

- Eleonora..-
- ¡Eleonora! que lindo nombre.- la mujer me saludó con tanto amor en su sonrisa. Aún así, su tono de voz me provocaba miedo. Me recordaba al lobo malo de la Caperucita Roja, con su sonrisa de oreja a oreja y sus ojos puestos en mi.

Mi padre puso su brazo sobre mí en señal de qué me fuera atrás. - Que te vayas anormal.- los ojos de la mujer se volvieron llorosos, jugueteó con su bolsillo color piel un rato y finalmente dijo:

- Solo ten en cuenta, que yo sé todo sobre tú y Becky.- se dió la vuelta y desapareció, dejando solo, el ruido de sus tacones.

¿Becky? quien era ella...

Y desperté, de entre mis recuerdos, frente a frente con mi padre, para que entendiera.

- ¿Y qué hay de Becky?.-
su nombre hizo que mi padre detuviera su gran discurso sobre lo que él creía.

- Es la puta con la que engañabas a Mamá, ¿no?.-

Y mi padre asintió sin más. - Nunca fuiste tonta, supuse que ya sabías de su existencia.-

- Claro, pero para mí, no tenía nombre. Hasta ahora.- los violines estaban en su punto más alto. Entonces, pareciera que una orquesta se le hubiera unido.

- ¿Y tu consideras que engañar a tu mujer es normal?.- me acerque a mi padre, moviendome exóticamente como si fuera alguien más, y no el hombre que ayudó con el proceso de crearme. Me imaginé a Ville en su rostro; ambos en una pelea ardiente.

Una nueva melodía escuchaba en el fondo. Igual de potente, pero con un nuevo toque de suspenso en esta historia.

Mi boca estaba a escasos centimetros que la de mi padre.
- Ambos estamos en un círculo vicioso.-
Una gran explosión sonó en mis oídos. Me alejé de él, y abrí la puerta. Laura y mi madre se vieron sorprendidas al ser descubiertas, espiando nuestra conversación.

-¿Te sientes avergonzada?.-

Mi padre me miró por última vez. No contesté. No sabía que responderle, pues, sentía tanto remordimiento. Yo misma me estaba contradiciendo, pero llegaba la hora, de darle una respuesta, pues yo no era ninguna cobarde.

- No, no hay razón para estarlo. Y de hecho, no hay medicina alguna que pueda curar mi forma de ser, solo si te preguntabas.- cerré la puerta en sus caras y orgullosa, me lanzé a mi cama.

Thursday, July 16, 2009

VI - Increíble

¿Que eres qué?.- Mi padre me miraba con tal furia en sus ojos que pensé que me mataría en ese mismo instante.
-Eleonora cariño dime que no es verdad... DÍMELO.- Mi madre lloraba desconsoladamente con las mano en la cara.

Mi corazón comenzó a palpitar a gran velocidad. ¿Debería mentirle a mi madre una vez más, solo para ahorrarle el dolor, ó hacerle saber que esto iba en serio?

Mi padre todavía aferraba sus manos al volante, y sin previo aviso una de sus manos aterrizó en el rostro de mi madre con una sonora cachetada.

-Esto es tu culpa.. Tu y tu poca educación.- escuche la voz ronca y potente de mi padre con enojo en ella. Cerré mis ojos, cristalinos y azules, evitando ser testigo de la mano dura de mi padre contra la fragilidad de mi madre.

- ¿Mi culpa dices? ¿Poca educación? ¿Soy yo la que me revuelco con prostitutas en bares de mala muerte?!No eres más que un pobre desgraciado, Hijo de tu maldita madre!-

Me sorprendí a escuchar a mi madre tan dispuesta a discutirle una última vez. La pelea cesó y mi padre siguió conduciendo hasta llegar a casa. Todo esto, en silencio.

Subí a mi habitación y me quite aquél espantoso uniforme que me recordaba a Álvaro.
Maldito Álvaro, malditos hombres, todos son iguales. Pensaba en las distintas formas de acabar con mi propia verguenza, cuando el auto de mi padre dobló la esquina.
Mi mirada se enfocó en el horizonte, mientras mi mente viajaba por los hechos de la tarde.

-¿Se puede? - La voz de Ville me despertó a la realidad.

-Si ya estas adentro, para que preguntas, ¿que haces aquí?- Me dirigí a mi cama y me tire en ella. Sentía tanta verguenza, que ni podía escucharlo ni mirarlo sin entrar en pánico. Solo pensaba en el resto del colegio, y las habladurías sobre mi.

-Solo... Eleonora vamos ¿ somos amigos no? ¿Porque lo haces?- pareciera que Ville estuviera ahogandose mientras hablaba. Voltee lentamente y le vi. Sentí un gran nudo en mi garganta, y el más terrible deseo de vomitar.

-¿Hacer que?.- tenía miedo.
-No te andes con rodeos conmigo, bien sabes que puedes decirme todo..!OH¡ Vamos Eleonora! ¿Como pudiste acostarte con ese viejo?.-

esto me cayó de sorpresa. Mis ojos se abrieron con tal, que me quede inmóvil por unos momentos.- Tu.. ¿Tu como lo sabes?-

¿Me he convertido en un chisme? El remordimiento me golpeó de la nada. No sabía que contestarle a Ville, pues, ni yo entendía como llegué a interesarme por Álvaro. Puede que nunca me sentí completa estando con Ville, ó...

-No te conozco hace dos años, reconocería tu voz donde fuera y obviamente los gemidos que escuche por el megáfono eran tuyos.-

-¿Se puede saber a que viene todo esto? Hace un año que no me diriges palabra correctamente
Y justo ahora lo haces ¿Por que?.- El idiota me estaba haciendo enfurecer, no era mas que otro que se quería inmiscuir en mi vida

- Porque me importas, siempre lo has hecho, el que no lo demuestre no significa que no lo haga.-
Me rodeó con su brazos, y besó mi cuello.

-Ville- suspire- lo que se siente se demuestra con hechos no con palabras.- lo empujé.

- ¡Pues lo lamento tanto! Mi manera de expresar las cosas es diferente a la tuya.-

- Ville.- repetí - No estoy dispuesta a escucharte. Vete si no tienes nada bueno que decir.-

Ville frunció sus labios y me besó inesperadamente.

- Si me llego a enterar de que te has acostado con otro que no sea yo, juro que le mato a el primero y luego a ti, eres mía Eleonora me perteneces.-

Le golpee fuertemente. - Nadie me amenaza, menos tu. ¡Vete de aquí! No se como mi madre te dejó entrar.-

Ville salió a toda marcha de mi habitación y con ganas de tirar cualquier objeto sobre el, me senté de nuevo a orillas de mi ventana. La vi nuevamente, Kaarina, me sonrió y agitó su mano en un saludo. Pero en mí, no quedaban más sonrisas que regalar.

Sin el más mínimo pudor, ella se desvistió, y pude apreciar su perfecto cuerpo de Venus;
Sus pezones erectos, y la redondez de los mismos.
Me sonroje sin quererlo, cuando escuche el llamado de mi frustrada madre Ember.

- Eleonora. ¿Vienes a comer?.-

-No.-

Saturday, July 11, 2009

V - Inesperadamente

Papá se marchó con todo y el auto. Fue cuando la tonta de Laura se atrevió a discutirle a mi madre como diablos llegaría a las clases de violín sin un auto.

- Pues ya es hora de que te hagas la idea en caminar más frecuente.- los ojos de mi madre se volvieron tan grandes, dandole una apriencia aún más aterradora.

- ¡Pero.. es ilógico! hay personas que gozan de la caminata y otras no.. ¿adivina que soy yo?.-

Mamá le respondió con una tensa mirada.

- Prefieres evitar la caminata.- tuve la gentileza de responderle a su adivinanza. Laura volteo a mi.

- ¡Bingo! y Eleonora descubrió America con Colón dentro.-

Puse los ojos en blanco y me limité a facilitarle su existencia.
- Tu eres una gorda cebosa que no deja de sudar a cada momento. La ropa no te entra y tienes un carácter de mierda. Y nadie puede decirte que tocas fatal el violín sin que hagas toda una escena.-

Me puse de pie y me fui a mi habitación, a ''descansar''.

Toda la noche con el stéreo muy bajo escuchando la misma canción cutre de todos los días. Sin duda iba en camino a la perdición.

Un gallo cantó al salir el sol - y no bromeo - Volví a usar el mismo uniforme arrugado que el del día anterior y sin ganas, junto con la tonta, caminamos al colegio.

Aún no era hora para ver llegar a mis padres. Mi primera clase era gimnasia, y la odiaba. Durante esta, me preguntaba donde estaba Ville. No lo había visto durante toda la clase. Le busqué sudada por el colegio y no había rastro de el. ¿Me estaría ignorando?

Me metí a la ducha del colegio, las chicas de mi clase ya se habían duchado. Solo faltaba yo. Escuchando las risas inquietas de ellas, me desvestía lentamente. Cuando las demás partían al receso, entré a la ducha. El agua caliente chocaba con mi piel desnuda de manera placentera. Cuando escuche una voz..

- ¡Oh! pensé que estaba sola.- voltee a verla. Kaarina, mi vecina, estaba justo a mi lado. Otra fantasía se había cumplido. Analizé su cuerpo detenidamente, sus pechos, su abdomen, su todo.

- No te preocupes.- No. no quería que se preocupara en lo absoluto. Esto era perfecto y no quería que acabara.

Ella sonrió y siguió con lo suyo. Yo la miraba de reojo, conteniendo mis ganas de besarla con furia y hacerlo en las baldosas de la ducha compartida. Pero no. A una chica no se le acerca como a un hombre. Me fascinaba la forma en la que se lavaba el cabello, con tanto porte. Pero entonces, se fue. Me quede ahí, con las hormonas inquietas, viendo a travez de a cortina de baño, como se vestía. Era como las veces en las que la veía por la ventana. Este momento era oro puro.

Escuche como cerró la puerta y un aire frio entró a la habitación. Salí del baño, oliendo a rosas, y con la mente en las nubes buscando a mis padres.

Justo llegaba a Dirección, y vi a Ville por el lugar. Saludé a Ville al verlo caminar por el jardín, pero aún me veía con los mismos ojos de ayer. Levemente subió su mano para agitar un triste Hola. Sonreia algo decepcionada, encaminandome al infierno, sin saber que esperar.

Mi sonrisa se desvaneció al cruzar la puerta del Director Álvaro. Se veía diferente. Mas elegante y con el aspecto aburrido de cualquier profesor. Papá también estaba ahí. Lo admito. Lo extrañaba desesperadamente y solo había pasado un día. Tres sillas frente a su escritorio, en el cuál, varios recuerdos se llevaron a cabo. Me senté en medio de mis padres y escuchamos lo que tendría que decir el director.

- Me temo informarles el mal comportamiento de su hija. Veran, mis respetables Señores Harpy...- el Director sacó un paquete sospechoso de uno de sus gabinetes.

- Veanlo por ustedes mismos.- Álvaro había ganado esta. Satisfacción era lo que emanaba de su sonrisa escondida. Lo que ocurrió después lo viví en camara lenta. Mi madre ocultó sus ojos con las manos y mi padre abrió los ojos sin esperar lo que veía. Voltearon a verme decepcionados, y yo seguía sin saber el porque.

Todos nuestros encuentros románticos, los había fotografiado. Álvaro construía su imperio basado en mi cuerpo. Lo supe al llegar a casa. Pero lo que no podía creer, eran aquellas fotos que me tomaba en plena acción. Y que yo dejé que me tomara. Pues ahora, mi estupidez me llevaba a la tan llamada ''Expulsión definitiva''.

- No lo puedo creer. Eleonora no haría algo así, no se dejaría fotografiar a manos de un cualquiera.- Mi padre comenzaba a exasperarse.

- Crealo Sr. Harpy. Encontramos la pornografía de la chica en su casillero.-

Había esuchado historias que el Director guardaba en sus gabinetes, imagenes de desnudos. Sabía que el Director era un pervertido, pero nunca hize caso.

- ¿Algo que decir?.- todos miraban mi rostro empapado en lágrimas saladas.

- ¿Es cierto, hija?.- mi madre lloraba junto conmigo, su rostro pareciera hablar por ella; diciendo '' porfavor, dime que no lo es''. Y de mi padre, mi padre no podía ni mirarme a los ojos.

- ¡Desgraciado, hijo de puta! ¿Por que no les dices el resto de la historia? ¡¿Por que no les dices que te acostabas conmigo sobre tu escritorio mientras todos asistían a clases?! Eres un cobarde..-

Me puse de pie, y comenzé a gritarle todo insulto que se me viniera a la mente. Comenzé a ponerme violenta, hasta llegar al punto de que me sacaran de ahí a empujones.

Papá nos llevó a casa en el auto del cuál se había apoderado. Todos estaban callados, y me odiaban.

- ¿Estás feliz? Pensé que eras más inteligente que eso.- Mi padre casi se estrellaba con el auto de en frente. Sujetaba el volante colocandole las uñas y dejandole marcas. No estaba para nada contento.

- ¡Entiendanme!.- respondí a secas, pensando que sorpresas más me traerían estos dos locos.

Mi padre se orilló inesperadamente a un lado de la calle y volteó a verme frente a frente.

- Dime que ocurre, y así te podre entender.-

Los ojos de mi madre estaban rojos y en ellos, venas color violeta estaban marcadas.

- Lo que yo tengo no es una enfermedad, es un simple hecho. Yo.. soy Bisexual.-

IV - Una más

Todos olvidaron por un momento sus exámenes para observarme. Pero solo fue un instante. Sin embargo sentía la mira de Ville en mí durante el resto del examen.

Otro día más terminaba y salí del colegio. Entonces, tropezé con mi vecina.

-Disculpa- dije con una dulzura extraña en mi. Pero el verla a ella me hizo ser otra persona
-No tú discúlpame a mí... He sido yo... ¡OH! ¿Eres mi vecina no? Te he visto algunas veces... Soy Kaarina un placer.-

-Lo mismo digo soy Eleonora.-

Le miré a los ojos y con la misma se retiro despidiéndose de mí con la mano.
Me sentí de lo mejor, era un paso más el que había avanzado y mi imaginación comenzaba a materializarse. Nuestras almas y cuerpos habían hecho contacto, aunque fuera leve era algo que había deseado.

Llegue a casa con mi uniforme arrugado, pero mi madre solo se molesto en darnos un seco saludo y nos mando sin más a la mesa. Justo en el momento de sentarme vi a mi padre caminar hacia su habitación.

- ¿Papá donde has estado?- dije de la boca hacia fuera... no me interesaba en lo más mínimo, la verdad.

- Dando una vuelta en el auto- note que estaba molesto siempre lo hacia, se iba en el auto cuando estaba molesto. - ¿ tanto tiempo dando vueltas? ¿ tan enojado estaba?.- murmuré.

- Federico- Esto era grave, aunque sería divertido, pues, mamá jamás le llamaba por su nombre - ¿No piensas decirles la verdad?.-

- Se los diré cuando me plazca, Ember- Mi padre se escuchaba bastante enojado.
- Pues tendrás que decírselos Federico o no entenderán el porque te marchas de la casa así.-

- Pues díles tú- Mi padre sonaba indiferente, la ignoraba con cada paso que daba.

Laura y yo observabamos con curiosidad. Pese a la naturaleza de ella, sabía que se sentía mal. Bajo esas toneladas de grasas insertadas en su piel, la verdadera Laura lloraba.

- ¿Quieres que les diga que me engañas con una prostituta de los barrios bajos?.-

- Hay esta ya los has hecho.- Papá la vió a los ojos, y ambos se fueron discutiendo hasta su
habitación. Calladas y sin decir más, laura y yo permaneciamos sentadas escuchando sus gritos, hasta verlo con una maleta y una expresión seria.

- Eleonora, mañana tenemos una cita con el director de tu colegio, algo que esperar de eso.-
Más me quede sin palabras, supuse que el desgraciado salvaría su no tan inmaculada imagen y me condenaría a mi en la deshonra, o eso suspuse. Sentí un nudo en la garganta y sin más, asentí.

Friday, July 10, 2009

III - Ville en el rostro de Álvaro

Abrí mis ojos cansados tras una noche agitada. Era irónico recordar a mi madre decir que la casa en sí dormía a las 9:00 en punto cada día, con exepción de los días festivos.

Bajé al desayuno a leer la falsa sonrisa de mi madre, cuyos intentos de salvar su matrimonios iban en vano.

- Buenos días hija, ¿dormiste bien?.-
mi madre besó mi mejilla y con violencia, dejó caer los huevos en mi plato. La yema se esparció por todo el plato y mire a mi madre con curiosidad.

Pero en su rostro dibujaba un ''no preguntes'' en letras mayúsculas. Fue cuando supuse que algo salió mal con su noche de placer.

- ¿Y mi padre?.- pregunté, jugando con la situación, solo para divertirme un poco.

Pero no contestó. Me limité a beber la yema y a escuchar a la gorda de mi hermana Laura tocar el violín espantosamente. El reloj dió las 7:00 am y salí de casa junto con Laura, modelando nuestros perfectamente planchados uniformes cristianos.

No evité ver donde la vecina. Y por mera coincidencia, acababa de salir de casa. Le sonreí y ella sonrió de vuelta. Un momento en el cuál nuestras almas ansiában conocerse mas allá de lo común. O por lo menos así lo creí.

En el colegio, me esperaba un exámen. No había estudiado, pero la verdad era que yo nunca estudiaba. Junto a mí Ville murmuraba algunas respuestas, pero cuando ninguna sabía que demonios, subía mi corta falda a cuadros y leía los distintos métodos de equaciones que había escrito en tinta roja.

Pregunta 8: 9x-9+108x-6x-92= x

¡Qué demonios! ¿donde esta la regla para sacar esta equación? Buscaba por todos los rincones de mis piernas, mas allá de las ''i'' con el punto en forma de corazón, y aún así, no encontre nada.

La puerta se abrió, y Álvaro entraba a mi aula con gran porte.

- ¡Eleonora! a la oficina.- por primera vez, pensé que me mandaba a la oficina porque me encontró con respuestas escritas en mi. Pero ví algo en sus ojos, un brillo especial, que me daba a conocer sus intenciones.

Mi profesor, un hombre calvo y de anteojos, accedió a que me fuera con el Director. Salí de ahí, tratando de bajar mi falda para que no se viera tan corta.. como la de una puta.

Me senté en la misma silla de siempre, a esperar a que Álvaro decidiera que hacer conmigo.
Arrastró la silla a en medio de la habitación y se sentó en otra, frente a mi.

- Veo que alguien le gusta jugar sucio.- su mano viajo por mi entrepierna. Mis ojos se pusieron en blanco. Una pequeña sonrisa se me escapó desquiciadamente.

- No dolerá. Te lo prometo.- Esa frase me recordó a Ville aún mas. Me volví esclava de Álvaro una vez más, dejé que me arrastrara a su gusto por la habitación. Pero yo no veía a Álvaro, veía a Ville, poniendo en mi toda clase de ''artefactos'' y yo le seguía con placer. Me llevó a su escritorio y tiramos todas sus papeles al piso, me metí mas allá del papel de zorra callejera que tenía en mente, cometiendo barbaridades en el escritorio del Director de aquél colegio cristiano. Rasguñaba su espalda con mis afiladas uñas mientras pretendía que era con Ville, con quien gozaba.

Mi pie pisó el megafono y todo el colegio escucho gemidos extraños durante sus examenes. Los profesores preguntaban que ocurría. El supuesto hombre con el que me ''acostaba'' se quitó la mascara de Ville. Álvaro me tiró fuera del escritorio y apagó el megafono .

- ¡Idiota! ¿Que crees que haces?.- se escuchaba bastante enojado

- Lo siento, no fue con intención.-
no lo era. Yo no quería que se entararan que tenia relaciones con un viejo.

Aún tirada en el piso y desnuda, discutí con él. Me coloque mi ropa y azoté la puerta dispuesta a salir de ahí lo antes posible. Corrí por el pasillo, evitando ser vista, hasta llegar al baño. No había nadie para mi fortuna.

Me miraba al espejo mientras dejaba correr el agua, cuando alguien apareció por detras de mi. Brinqué del susto, y miré a aquella chica, quien entró a un cubículo. No tardé en notar que ella era mi vecina, y frecuentaba el mismo colegio que yo. Y yo que pensaba que el colegio era bastante chico.

Entré a mi aula, a tomar mi exámen. Todos me miraban extraño, incluso Ville.
Solo ansiaba regresar a casa, con mi uniforme arrugado, a ser juzgada en casa.

II - La cena

Ya era la hora en que su novio se iría. Como todas las tardes. Volví a abrir las cortinas un poco mas calmada
Ahí estaba ella.. con sus coletas a los lados de su cara. Se veía hermosa, simplemente no podia dejar de sentirme atraída hacia ella. Me relamí los labios solo de verla y en mi mente se dibujo una imagen de cómo seria su cuerpo en la ducha. Mi mente ya viaja a grandes perversiones, pero la voz de mi madre me sacó de mi fantasía

-Eleonora cariño la cena esta lista.-

Baje de las escaleras y me senté en mi lugar de siempre, entre mi hermana laura y mi madre, mi padre y mi hermano Mike estaban en la cabecera.

- Hija mía que tal tu día en el colegio?.- Mi padre me habló con el tono despreocupado de siempre

- No ha estado del todo mal papá.- Dije.

"claro que no ha estado mal ha sido lo mejor de el día por ahora...
Álvaro ha estado maravilloso..
Jamás pensé que con su edad fuera capaz de mantener ese ritmo"

- Madre, Eleonora ha estado de nuevo en la oficina del director- Dijo mi hermana con malicia.
- De nuevo Eleonora?.- mi madre comenzó a exasperarse. Pero sabía bien que responderle.

- No ha sido nada, el Señor Director me llamó para hablar sobre mis notas.-
Desde que tenía memoria, sabía muy bien como mentir.

- Claro cariño!!! Disculpa a tu madre al parecer olvida que eres nuestro orgullo-
Mi padre parecía no conocer otra frase, pues siempre la repetía constantemente.

" Un gran orgullo..?? Por supuesto que lo soy...
Tengo las mejores cualidades de cualquier chica...
Por algo me salve de un castigo y pase una maravillosa mañana junto a Álvaro"

Mi cena transcurrió sin mas, como siempre. Me levanté educadamente y me fui a mi habitación, con el fin de mirar de nuevo por la ventana. Hasta que el reloj dió las nueve. Me metí a la cama, pero no dormí.

Algunos extraños gemidos me lo impedían. Al parecer, papá y mamá, gozaban de una velada romántica. Claro tenía yo lo que pasaba por la mente de mi padre en estos momentos. Pensaba en su pequeña zorrita; la veía en mamá así como yo veía a Ville en cada hombre que tenía a mi merced.

Thursday, July 9, 2009

I - Conociendome mejor

Crecí en un colegio cristiano justo en el corazón de Rovaniemi, Finlandia. Bajo el estricto poder del Director de aquella institución, crecí sin razón alguna para explicar mi estado mental actual.

El Director era un hombre cuarenta-y-tantos, con varias canas en su pelo y vello que sobre salía de su pecho. Nunca me había fijado en el, no hasta después del asunto ''Ville''.

Me metía en pequeños grandes problemas y terminaba en su oficina. Siempre usaba la misma colonia, y al hablar, humedecía su labio inferior con su lengua. Mientras yo permanecía sentada en la silla frente a el, con mis manos quietas en mis muslos y el rostro mas inmaculado.

- Eleonora, ultimamente, te haz metido en varios problemas.- sus ojos cayeron en mi escote pronunciado y tardó en recobrar su postura.

Con cierta maña, me incline a el, de manera en que se viera aún mas el escote.

- Señor Director, usted sabe que no merezco castigo, no fue mi culpa.- mi voz era seductora y mis ojos eran terriblemente insinuantes.

- No, no lo es.- Me miro a los ojos, aún con la tentación de mirar mas allá de mi escote. Y en un abrir y cerrar de ojos, desabotonó mi blusa.

Lo que sucedió después, no tiene relevancia. El punto es que, no recibí ningún castigo y mis padres nunca se enteraron. Mi familia era bastante conservadora y puritana.. e incrédula.

Siempre al llegar de casa, saludaba con una gran sonrisa y subía las escalera en dirección a mi habitación. Desde chica aprendí a mantener el stéreo en cierto volumen bajo. Mientras escuchaba a The Rolling Stones, mi madre gritaba que el volumen era tan alto, que el techo se derrumbaría justo arriba de ella. Dejaba aún lado sus paranoias, y seguía con el papel de ama de casa perfecta.

Lo que ella no sabía, era que mi padre la engañaba con una cualquiera. Los había visto juntos mientras ''casualmente'' caminaba por los barrios rojos del pueblo.

Me asomé a mi ventana, y seguí con la vieja rutina de observar por la ventana. Siempre a la misma hora, llegaba y se quitaba la ropa para volver a vestirse con otro conjunto y lavar el auto.

Este era mi mayor secreto, ni Ville ni mis amigas lo sabían.

Mi vecina era hermosa. Cabello rubio acomodado en dos trenzas, ojos grises, y pecas amistosas.
Ella no me conocía, por lo cual, era su vecina desconocida. La vecina que todos odiarían tener.

Y justo llegó el dichoso novio de la chica. Llena de celos, cerré las cortinas.